Apolo, dios del sol y la música, fue
maldecido por el joven Eros(Cupido) después de que
se burlase de éste por decirle que sus atributos no eran nada masculinos, que
su función no era importante.
Eros muy dolido por lo que le había dicho, tomó dos flechas, una de oro
y otra de hierro. La de oro evocaba el radiante amor, la de hierro incitaba el
odio profundo.
Con la flecha de hierro disparó a la ninfa Dafne y con la de oro disparó
a Apolo en el corazón. Apolo se enamoró total e incondicionalmente de Dafne y
en cambio ella lo aborreció.
En el pasado Dafne había rechazado a muchos amantes y a cambio había
demostrado preferencia por la caza y por explorar los bosques. Su padre, era el río Peneo, que en ocasiones le había pedido que
rechazase su pureza y le entregara algunos nietos.
Apolo continuamente persiguió a Dafne, rogándole que se quedara con él,
que la amaba por encima de todas las cosas, pero la ninfa siguió huyendo hasta
que los dioses intervinieron a favor de Apolo para que consiguiese a su amada.
En vista de que lo que ocurriría, Dafne invocó a su padre y le pidió que
la transformara en árbol para que nunca pudiese alcanzarla. A pesar de que su
padre quería que se casara, aceptó las plegarias de su hija y, de repente, la piel
de Dafne comenzó a convertirse en corteza de árbol, su cabello en hojas y sus
brazos en ramas. Dejó de correr ya que sus pies se enraizaron en la tierra.
Apolo abrazó las ramas intentando quedarse con la esencia de su amada, pero
incluso estas se redujeron y contrajeron. Como ya no la podía tomar como
esposa, prometió amarla eternamente como su árbol y que sus ramas coronarían
las cabezas de líderes.
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